Google lo sabe todo. Sabe demasiado. Recuerda al colega sabelotodo que te acaba las frases. Pedantería en estado puro. Ya no es que sepa cosas, es que sabe de ti. Antes no era así. Cualquier búsqueda en Google hace unos años arrojaba unos resultados asépticos. De enciclopedia digital. Eran datos sobre la cuestión en concreto. Datos desparramados en enlaces. ¿”Pizza”, “pancakes” o “Rafa Nadal”? Te devolvía una lista de enlaces. Búscate la vida.
Sin embargo, si lanzas la misma búsqueda hoy… te sorprenderá con un mapa y las pizzerías a tu alrededor, las mejores recetas de pancakes o el resultado en directo de Rafa Nadal. Google sabe, no lo que dices, sino lo que quieres decir. Se empieza a parecer más a mamá que a tu amigo sabihondo. No querías resultados del origen de la “pizza” sino “pizzerías cercanas”. Él lo sabe. Escribiste “pancakes” por pereza cuando lo que querías expresar era “mejores recetas de pancakes». Ahí están las recetas. Y, evidentemente, no pusiste “Rafa Nadal” esperando un link a Wikipedia con su biografía, sino con el fin de darle seguimiento a esos cuartos de final del Open de Australia. Ahí tienes el resultado. “Actualizado hace un minuto”, te recuerda Google.
Google además es cuidadoso, tiene su inteligencia emocional, sabe que no es lo que te conteste sino cómo te conteste: las pizzerías mejor en mapa, las recetas son más fáciles de seguir en vídeo y los resultados deportivos siempre en marcador. Minuto y resultado. ¿Cómo Google sabe tanto y por qué sabe tanto? ¿cómo ha conseguido posicionarse como nuestra enciclopedia 24/7? ¿cuáles son sus fuentes y cómo ha aprendido tanto en estos años? ¿ha aprendido más cosas o ha aprendido de nosotros? Vamos allá.
LA CLAVE: ESTÁS PROGRAMADO Y ERES HACKEABLE.
«Los datos sólo son información», he oído algunas veces. La realidad es que la información son sólo las piezas del Lego, una unidad mínima o la parte más pequeña e indivisible de todo el tinglado. Esta es la visión inocente para los profanos en la materia. Cuando hablo de datos o Data me refiero a la recopilación, relación, organización y almacenamiento de la información para procesarla generando conocimiento. Conocimiento generado por un sistema formado por algoritmos que tiene la capacidad de «auto-aprender» (cambiando y ajustando los algoritmos a medida que procesa la información y conoce el entorno). Auto-aprender qué información tiene que ofrecerle al cliente y de qué manera para producir en el cliente una determinada conducta. Machine learning, lo llaman por ahí.
Como las recomendaciones de contenido que te ofrecen YouTube o Netflix. Ambos tiene un objetivo: que no te apartes de la pantalla. Con este fin el algoritmo de recomendación de Netflix sabe lo que te va a gustar y qué ofrecerte. Lo sabe con una probabilidad: la serie A coincide un 95% con tus gustos, la serie B un 80%. A medida que vas viendo series, tus gustos e intereses se modifican. Su algoritmo lo detecta, va aprendiendo qué y cómo te influye y automáticamente actualiza lo que sabe de ti. De la misma forma, Cambridge Analytica mostró publicidad acorde a los debilidades de cada ciudadano para decantar el voto hacia la campaña de Trump o favorable al Brexit.
El conocimiento sobre ti unido al conocimiento de la neurociencia permite cambiar una percepción de una empresa, impulsar un comportamiento de compra, modificar un voto o romper una idea profundamente arraigada. Resumiendo, para conseguir hackearte, sólo hacen falta tres cosas: conocimientos de neurociencia, una gran capacidad informática y muchos datos . Y tú sólo tienes influencia en el último punto, por tanto, si los Gobiernos y/o las empresas logran hackear o piratear el sistema operativo humano, las personas más fáciles de manipular serán aquellas que crean en el libre albedrío.
Yuval Noah Harari expone que la tecnología ha avanzado hasta el punto en que muchas de nuestras creencias más cercanas están siendo desafiadas, no por ideas filosóficas, sino por tecnologías prácticas. Durante más de 10 años Harari ha expuesto lo que ahora han demostrado experimentos neuropsicológicos tras medir la actividad neuronal: el libre albedrío y la gestión individual consciente no existe. No tenemos libertad en nuestra toma de decisiones. Lo que creemos decidir, ya lo decidió el cerebro. Y un posible sistema que conozca cómo funciona el cerebro humano y con qué datos se ha construido su pensamiento podría piratear el sistema con los inputs adecuados generando nuevos patrones de conducta. Ese sistema podría comprenderte mejor de lo que te entiendes a ti mismo y, por lo tanto, podría manipularte, mejorarte o reemplazarte.
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